La tuberculosis es una enfermedad causada por una bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis, que generalmente afecta los pulmones, pero también puede afectar otras partes del cuerpo, como los riñones, la columna vertebral y el cerebro. Si la enfermedad no se trata adecuadamente puede ser mortal.1
Los que contraen la bacteria que causa la tuberculosis no siempre están enfermos. Éstos se identifican como personas que tienen la infección latente.1,2
Hay dos grupos de individuos con alto riesgo de desarrollar la enfermedad:
Personas con mayor riesgo de estar expuestas a la bacteria que causa la tuberculosis.1
Nacer en un país donde la tuberculosis es frecuente o viajar con regularidad a regiones donde esta enfermedad es común, como en varios países de Asia, África y América Latina.
Haber estado recientemente en contacto cercano con alguien que padece tuberculosis activa.
Trabajar en entornos donde existe mayor riesgo de propagación de la tuberculosis, como hospitales, refugios para personas sin hogar, centros penitenciarios o residencias para personas mayores.
Personas en condiciones médicas que debilitan el sistema inmune (defensas).1
Poseer un sistema inmunitario debilitado como resultado de ciertas condiciones médicas o tratamientos, tales como diabetes, cáncer o infección por VIH, o debido al uso de determinados medicamentos.
Personas con mayor riesgo de estar expuestas a la bacteria que causa la tuberculosis.1
Nacer en un país donde la tuberculosis es frecuente o viajar con regularidad a regiones donde esta enfermedad es común, como en varios países de Asia, África y América Latina.
Haber estado recientemente en contacto cercano con alguien que padece tuberculosis activa.
Trabajar en entornos donde existe mayor riesgo de propagación de la tuberculosis, como hospitales, refugios para personas sin hogar, centros penitenciarios o residencias para personas mayores.
Personas en condiciones médicas que debilitan el sistema inmune (defensas).1
Poseer un sistema inmunitario debilitado como resultado de ciertas condiciones médicas o tratamientos, tales como diabetes, cáncer o infección por VIH, o debido al uso de determinados medicamentos.
Tos persistente que se prolonga por tres semanas o más.
Dolor en el pecho.
Tos acompañada de sangre o esputo (flema proveniente de las profundidades de los pulmones).
Sensación de debilidad o fatiga.
Pérdida de peso involuntaria.
Disminución del apetito.
Escalofríos.
Fiebre.
Sudores nocturnos.
La transmisión ocurre cuando una persona infectada con la bacteria habla y tose.
Estos microorganismos pueden mantenerse en el aire durante varias horas, dependiendo del entorno. La propagación de las bacterias de la tuberculosis es más común en espacios interiores o lugares con poca ventilación, como vehículos cerrados, en comparación con áreas al aire libre. Las personas que respiran el aire contaminado corren el riesgo de infectarse con tuberculosis.
En caso de tener tuberculosis inactiva, el tratamiento es la manera más efectiva de prevenir la enfermedad.1
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